El Gobierno de coalición que conforman el PSOE y Unidas Podemos camina rápidamente hacia el ecuador de su legislatura, tiempo suficiente para hacer una valoración de lo que ha dado hasta la fecha el denominado ‘Gobierno más progresista de la historia’ en el Estado español. Cabe destacar, antes que nada, que el acceso al poder de la coalición fue posible gracias, entre otros, a la posición determinante adoptada por formaciones de la izquierda independentista y soberanista, como Euskal Herria Bildu, Esquerra Republicana de Catalunya o Sobiranistes.
La alternativa a la dupla formada entonces por Sánchez e Iglesias la hubiesen encabezado Casado y Abascal, y es precisamente ahí donde radica el primer motivo por el que la formación política que represento decidió apoyar la formación de este Gobierno: frenar a la derecha extrema y a la extrema derecha. Parafraseando a Arnaldo Otegi añadiría que eso la izquierda independentista vasca lo hace gratis. Y con gusto.
Lo dijimos a lo largo de las dos campañas electorales, y lo hemos venido repitiendo desde entonces. Varios fueron y son los motivos principales que nos llevaron a facilitar la formación de este Gobierno. Avanzar hacia una paz justa y duradera en Euskal Herria, para lo que es absolutamente necesario caminar hacia una nueva política penitenciaria que aparque definitivamente y para siempre la excepcionalidad. Apoyar y empujar políticas sociales y económicas avanzadas y de izquierdas, no se defienden los intereses de la mayoría haciendo políticas que perpetúen los privilegios de la minoría. Hemos trabajado con ahínco para defender y ampliar los derechos civiles, laborales, sociales y económicos de la gente.
No hay más que ver dónde hemos puesto el acento a lo largo de toda la legislatura; en cuestiones clave como la derogación de la reforma laboral, de la ley mordaza y de todas aquellas políticas que determinan o afectan el bienestar de la gente, el derecho a una vida digna y plena. Decir lo que se hace y hacer lo que se dice, o tal y como suele decir Pepe Mujica, vivir como se piensa para no acabar pensando como se vive. En ese sentido, parar al trifachito, haber evitado que gobierne, es algo que nos llena de satisfacción y orgullo.
Somos independentistas vascos, queremos construir la República Vasca. Jamás renunciaremos a ello. Además somos una fuerza profundamente democrática y de izquierdas, feminista y ecologista. También internacionalista. Por ello, apoyaremos todos aquellos esfuerzos a nivel de Estado que, desde la izquierda, traten de avanzar en la tan necesaria democratización del mismo.
Absteniéndonos en la investidura de Pedro Sánchez quisimos empujar a la apertura de una ventana de oportunidad que nos permitiese avanzar en todas estas cuestiones. Si el Gobierno ‘más progresista de la historia’ no es capaz de hacerlo, ninguno lo será. Por tanto, podríamos decir que el Estado se encuentra ante la que podríamos denominar como su última oportunidad para tratar de resolver de manera democrática y satisfactoria la crisis estructural profunda y perenne que sufre. Una última oportunidad para demostrar, tanto a nivel interno como externo, que es capaz de resolver por sí mismo sus propios problemas. Nosotros tenemos serias dudas de ello.
Insistimos en que este Gobierno tiene que demostrar con hechos lo que dice con palabras. Es hora de que ponga en marcha políticas valientes de izquierdas para avanzar sin complejos en derechos sociales y económicos. Es hora de que cumpla sus compromisos programáticos y los diversos acuerdos suscritos con aquellos que sustentan su acción de Gobierno. Es hora de avanzar también en la necesaria democratización del Estado, de acercarse a parámetros y estándares europeos, donde cada vez más, este tipo de disputas nacionales se dirimen a través del acuerdo y la negociación, a través de referéndums pactados. Solo avanzando hacia el reconocimiento del carácter plurinacional del Estado y del derecho a decidir de las naciones que lo conforman, será posible buscar puntos y dinámicas de acción conjuntas.
Quedan dos años para las próximas elecciones generales. Todo parece indicar que cualquier opción que permita repetir esta fórmula de Gobierno necesitará del concurso de independentistas vascos y catalanes, una vez más. Veremos cuánto avanza este Gobierno en los dos años que le restan, veremos también qué oferta pone encima de la mesa tras las próximas elecciones. Pero, paralelamente a ello, habrá que ver cuanto son/somos capaces de avanzar las fuerzas soberanistas, independentistas y progresistas del Estado. Qué duda cabe que no podemos ser meros observadores de la situación, y que será nuestro accionar, y la capacidad que tengamos para unir fuerzas y confluir luchas, lo que determinará en gran medida el futuro de cada una de nuestras naciones y del conjunto del Estado.
Gorka Elejabarrieta es Director del departamento de relaciones internacionales de EH Bildu y senador.