Si al recull anterior, publicat fa unes setmanes a la Realitat, parlàvem dels articles publicats per l’Antonio Álvarez-Solís a l’Avant a la columna El don de la palabra, fem ara un recull dels articles que va publicar amb una motivació concreta que, en alguns casos era fer un comentari a articles de l’Àngels Martínez Castells.
Avant nº 40 (14.04.83): La República, ahí!
“De un modo sospechoso parece evitarse en buena parte del ámbito de la izquierda la celebración del aniversario republicano.
¿Por qué?
Conocer las razones de ese despego, de esa lateralización de la fecha insigne quizás nos pusiese sobre muchas y buenas pistas para entender lo que pasa en la intimidad de nuestra política.
[…] Uno cree que hay en esta ocultación vergonzante del hecho republicano, negándose tantos y tantos a su conmemoración y exégesis, un larvado temor a exaltar lo que es fundamental en el 14 de abril: la epifanía de la soberanía popular, el esmaltado triunfo de las masas diciendo “no” a una historia de opresiones y proclamando al tiempo el paso a un ámbito histórico ilustrado y participativo. En la República aconteció, primero que cualquier otra cosa, un protagonismo popular que hizo innecesarias las consultas formales de tipo constitucional para transitar de un régimen a otro. El pueblo se limitó a proclamar en la calle su voluntad de renovación profunda.
[…]
La República sigue estando viva en nosotros porque el deseo de libertad popular, de democracia social y de soberanía de las masas es el deseo fundamental que guía nuestras acciones y alumbra nuestras pretensiones.
La República sigue estando ahí, viva enérgicamente bajo tanto pretendido olvido.”
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Avant nº 44 (12.05.83): Viaje al otro lado del mundo
“He estado allá. Tres días, creo. Como Marco Polo en la Corte del Gran Khan. He vuelto triste. Asombrado. Indignado, mejor. No; no es bueno para un hombre de la periferia vivir ese gran espectáculo de falsificaciones.”
“Hablan todos a la vez. Van juntos a todos los lugares. Están como encantados de haberse conocido a sí mismos. Cuesta distinguir a la izquierda de la derecha junto a las grandes bandejas de canapés, a la vera de las copas de vino, al lado de los vasos de whisky. Llenan los grandes restaurantes, las tabernas pícaras, las Embajadas complacientes, los salones, los Ministerios, los rincones gratos y bien estantes. Todo. Lo llenan todo. Y se dicen cosas hermosas. Y se miran el ombligo. El ombligo de izquierda. El ombligo de derecha.
–¿Cuántos cree usted que serán?
–Contando muy por arriba tres o cuatro mil.
Tres o cuatro mil que deciden lo que es Madrid, a quién da de comer Madrid, cómo ha de distribuirse el maná desde las alturas.
[…]
–Pero Madrid está espléndido, ¿no cree usted?
Hombre, claro que está espléndido. Exposiciones, conferencias, libros, cine, teatro, arquitectura… Todo es allí financiado. Madrid recuerda la decadencia de la Roma imperial, triunfante en un Imperio que se deshacía en necesidades y miserias. La pena es que todo eso lo han magnificado, aún más si cabe, los socialistas. Han hecho de Madrid el lugar en que puede obtenerse el último empleo que queda, la canonjía disponible, la penúltima posibilidad de supervivir dignamente en lo material, aunque poco dignamente en otros aspectos.
Uno soñaba que la izquierda daría a la periferia aplastada por Franco su gran ocasión si acababa por llegar al poder. Pero el socialismo no lo ha hecho. Ha incrementado aún más la ruina periférica, negándole desde el apoyo financiero hasta la posibilidad cultural propia. Los socialistas han convertido a Madrid en un torno de convento para distribuir al viajero de provincia la sopa conventual con que practican una vaga y confusionaria caridad hacia los necesitados. ¿Será eso a lo que llaman solidaridad?”
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Avant nº 45 (19.05.83): El arte del maquillaje
“Desde el Gobierno dicen que la futura ley es “innovadora y revolucionaria”. Innovadora, sí. Revolucionaria… Vamos a ser serios. Pero ¿qué concepto tiene el Gobierno de lo que es ser revolucionario?
Total que correrán ríos de tinta ante esa proyectada ley -parió el monte y parió una piedrecita- por la que se reunifican la Policía Nacional, o policía armada, y el Cuerpo Superior de Policía, o policía civil. El Gobierno vuelve orgullosamente su carta sobre la mesa de juego político: “Toda la policía -viene a decir- será ahora, simplemente, Real Cuerpo de Policía, o sea, policía civil”. Y nos susurra seguidamente al oído: “Fíjense ustedes que cumplimos nuestra promesa de racionalizar el Estado”. […]
“Por tanto, de momento no es lícito hablar de “ley revolucionaria” ante una ley de escueta modificación del diseño administrativo y orgánico de la policía. Lo revolucionario es la transformación del espíritu de la policía. Y de eso, pese al esfuerzo individualizado de una serie de funcionarios -no muy bien vistos, además, por el Sr. Barrionuevo-, deberemos hablar cuando empiece realmente a conseguirse”.
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Avant nº 48 (9.06.83): Reflexión en Sagunto
“Ahí hace falta una herramienta política. Lo de Sagunto no puede llevarse sólidamente adelante sin una adecuada herramienta política; sin un partido de clase con las ideas claras sobre la función del Trabajo y acerca del papel de los trabajadores en nuestra sociedad. Abandonados por un socialismo que se ha convertido en celoso gestor del Sistema, carentes de un comunismo satisfactorio, convertido en seguidista y destrozado en la empresa de buscar el futuro ciegamente en el corazón mismo del presente, los
trabajadores de Sagunto se han quedado reducidos al estricto sindicalismo en una batalla que tiene, entre otras cosas, una rotunda dimensión ideológica. “El solo esfuerzo sindical tiene un límite en cuanto al tiempo y al alcance”, nos decía un camarada que se ha distinguido en el nuevo sitio de Sagunto.
[…]
Sagunto necesita un partido de clase para librar su guerra. Un partido de clase porque los derechos que allá son dañados o desconocidos son, sí, unos intereses con relieve general, pero a través de sus protagonistas, que son trabajadores, obreros, miembros de una clase concreta. Diríamos que son unos intereses predominantemente de clase. Al menos, tal como se plantea el problema por parte de la Administración y los poderes sociales de élite.
Sagunto precisa un partido comunista bien asentado sobre pies comunistas. Lo primero que deberán hacer los trabajadores saguntinos es llamar a la solidaridad circundante en demanda de apoyo para la construcción de ese partido. Sería suicida desoírles.”
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Avant nº 56 (8.09.83): Homenaje a Bergamín en su muerte silenciosa
“Lo enterraron en silencio. Y la tierra lo gritó a toda España.
Murió no solo republicano sino abertzale. Es decir, murió con los ojos bien abiertos, pertinaz en su determinación de entender nuestro drama hasta la raíz. Sabía que aprehender el drama español equivale a ejercer militancias repletas de riesgo moral y muchas veces físico. Que ese sabor ha de conseguirse en la acción y no mediante la pura y delicuescente reflexión teórica. Militancias que, además, han de ser protagonizadas aquí con espíritu de clandestinidad, pues pertenecen a los amores verdaderos y todavía clandestinos que nos mueven más allá de compromisos epidérmicos. […]
Por eso el país, eso que se llama el país, o sea, el conjunto de gentes e instituciones que hablan huecamente en nombre del país, que dice representarle, hizo un fenomenal esfuerzo para ignorarle, pero no pudo. Bergamín le salía a España entre los dedos, se le escapaba como un suspiro entre los labios. Porque Bergamín era eso, la oculta España real, la que secretamente aloja a los vascos poseídos dignamente de sí mismos, a los catalanes con soberanía, a los andaluces decididores de su tierra, a los gallegos con su alma otra, a los castellanos; en suma, a los pueblos que jamás han tenido voz porque jamás han podido hacer ninguna revolución o que cuando lo intentaron fueron enterrados en sangre. Bergamín quiso ser la España que jamás ha podido fundirse honrosamente en sus instituciones, tan lejanas del pueblo, tan sinuosamente o tan brutalmente lejanas, según las circunstancias.
[…]
Hoy, que acabamos de enterrar casi en silencio a esta figura magna de la generación del 27, los comunistas queremos rendirle un homenaje fraterno. Nuestra voz va hacia ese Euskadi en el que fue a morir en su determinación de leer con claridad próxima otra gran clave de nuestro confuso ser.”
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Avant nº 58 (22.09.83): ¡Vaya plan! Contra insidia, claridad
“El Plan Económico del Sr. Boyer, un plan de estabilización doblemente duro porque no ofrece esperanzas a la óptica popular, equivale a lo que en lenguaje de refrán se denominaría “pintar como querer”. Porque ese plan se basa en una reducción de salarios, unida a un aumento de productividad, una baja de consumo, un incremento de la exportación y una reducción de plantilles, dará de sí una nueva época de inversión y de expansiones diversas. Pero ¿quién puede creer a estas alturas que el Sistema conserve una dosis siquiera irrelevante de la vocación y del sentido que poseía en su nacimiento? En el Plan Boyer hay datos indiscutibles –la reducción de plantillas, la contracción del consumo, la pérdida del valor salarial–, datos dudosos –el incremento de la productividad, ya que fallará el compromiso empresarial para conseguirla sanamente–y datos totalmente imaginarios –el crecimiento de las exportaciones y la voluntad inversora.
Vamos a ver: ¿Exportar, a dónde, qué, cómo? El problema del mundo no consistí en la depuración de técnicas para vender a los demás, sino en que ya no hay demanda que explotar en términos de equilibrio.
[…]
El Sr. Boyer sabe, digamos por último, que no hay plan que garantice ninguna resurrección si no se cambia de raíz nuestro concepto de sociedad. Sabe que la cuestión es filosófica, no económica. Sabe eso, pero no lo dice. Prefiere que los críticos corramos el riesgo del pesimismo a aceptar un diálogo limpio y esperanzado sobre el futuro. Porque ante la humanidad hay futuro. Pero ese futuro ha de conquistarse con un nuevo sentido del ordenamiento social y entendiendo la revolución no como el cumplimiento global y súbito de la utopía sino como acercamiento diario a ella por medio de exigencias concretas, resistencias conscientes y logros sectoriales”.
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Avant nº 59 (29.09.83): Vida y muerte de Víctor Jara
“Asisto en la hermosa capilla del antiguo Hospital de la Santa Creu a la presentación del libro que sobre la vida y muerte de Víctor Jara ha escrito su viuda Joan Jara”.
En la amplísima nave, apenas trescientas persones. Y, desde luego, ausencia de líderes políticos que, por el contrario, se han volcado, con un hambriento sentido de apropiación, en la celebración del décimo aniversario de la muerte de Allende. Estos líderes no acuden a la convocatoria en recuerdo del cantautor comunista; retengamos el dato: comunista. Como tampoco han hablado gran cosa de Neruda, otros diez años ido de nosotros. Yo trato, durante el acto, de darme una explicación de estas ausencias. Sólo hallo una: el comunismo practicante y ortodoxo de ambos. Víctor –y ciñámonos ahora a la presentación del libro de Joan–fue comunista, actuó en comunista, murió militantemente. Fue la suya, en este sentido, una muerte consciente. Su viuda llega a decir de él que se había planteado incluso la posibilidad de abandonar momentáneamente la canción para entregarse a la lucha política directa y urgente a fin de salvar la democracia allendista y abrirle caminos hacia el socialismo. […]
Víctor decidió no morirse el día en que, presó y destrozado en el Estadio Chile, con la vida urgiéndole el reposo a que tenía derecho tres la larga agonía de que le hicieron
objeto, tomo un papel cualquiera y sobre él nos dejó el testamento de este poema que publicamos a continuación como homenaje a su memoria y como compromiso con su exigencia política; un poema que, expresivamente, finaliza con unos puntos suspensivos quizá para indicarnos que la obra no está acabada.”
Somos cinco mil
en esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil
¿Cuántos seremos en total
en las ciudades y en todo el país?
Sólo aquí,
diez mil manos que siembran
y hacen andar las fábricas.
¡Cuánta humanidad
con hambre, frío, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura!
Seis de los nuestros se perdieron
en el espacio de las estrellas.
Un muerto, un golpeado como jamás creí
se podría golpear a un ser humano.
Los otros cuatro quisieron quitarse todos los temores
uno saltando al vacío,
otro golpeándose la cabeza contra el muro,
pero todos con la mirada fija de la muerte.
¡Qué espanto causa el rostro del fascismo!
Llevan a cabo sus planes con precisión artera
sin importarles nada.
La sangre para ellos son medallas.
La matanza es acto de heroísmo.
¿Es este el mundo que creaste, dios mío?
¿Para esto tus siete días de asombro y de trabajo?
En estas cuatro murallas solo existe un número
que no progresa,
que lentamente querrá más la muerte.
Pero de pronto me golpea la conciencia
y veo esta marea sin latido,
pero con el pulso de las máquinas
y los militares mostrando su rostro de matrona
lleno de dulzura.
¿Y México, Cuba y el mundo?
¡Qué griten esta ignominia!
Somos diez mil manos menos
que no producen.
¿Cuántos somos en toda la Patria?
La sangre del compañero Presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas.
Así golpeará nuestro puño suavemente.
¡Canto, que mal me sales
cuando tengo que cantar espanto!
Espanto como el que vivo
como el que muero, espanto.
De verme entre tanto y tantos
momentos del infinito
en que el silencio y el grito
son las metas de este canto.
Lo que veo nunca vi,
lo que he sentido y lo que siento
hará brotar el momento…
Estadio de Chile
Septiembre de 1973
Avant nº 80 (1.03.84): ¿Por qué esta prisa?
[…]
“Pero hay, además, una exigencia propia que induce este ingreso de urgencia. Con una España que ha iniciado el gran combate social en la calle el Gobierno precisa encerrar al país en ámbitos que ahormen la vida española y la sometan a disciplina superior. En la OTAN y en el Mercado Común no se está sin consecuencias evidentes para la forma y el modo de sociedad. Una sociedad enmarcada en esos dos ámbitos sólo puede ser la sociedad del capital.
Ahí creemos que asoma su oreja la prisa por el ingreso. El Gobierno socialista ha vendido nuestras lentejas por conservar su primogenitura. Le ha dado la vuelta al relato bíblico.”
Imatge de portada: Álvarez-Solís en un acte d’EH Bildu el 2012.