Nasser Rabah

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Nasser Rabah va néixer a Gaza en 1963 on continua vivint.

És un poeta i novel·lista, resident d’un camp de refugiats. Es tracta d’un dels escriptors contemporanis en llengua àrab més innovadors. Va obtenir la seva llicenciatura en Ciències Agrícoles en 1985, abans de treballar com a director del Departament de Comunicació del Ministeri d’Agricultura. És membre de la Unió d’Escriptors i Autors Palestins i ha publicat cinc col·leccions de poesia: Running After Dead Gazelles (2003); Uno de nadie (2010);Transeúntes con ropa invisible (2013); Agua, sed de Agua (2016); Elogio del Robin (2020) i una novel·la, Desde aproximadamente una hora (2018). 

UN BALCÓN SUSPENDIDO EN EL CIELO

No soy un soldado, pero me he visto en la guerra con uniforme

militar cuando compro el pan, duermo o resucito

tras la última noticia. Dispongo la pólvora a ambos lados

del camino al cementerio, y siembro todos los fragmentos

de metralla que puedo por los campos del recuerdo, cada

vez que el olvido cosecha perdón y amigos. Cada vez que

me cortan un brazo, alzo la inquebrantable bandera del

hastío. Reúno a los hijos con sus padres y a los pobres

con los pobres. Paso una a una las cuentas del rosario de

lágrimas de las madres de esta historia.

Ilumino la penumbra del corazón con la vela del miedo, y

cuando estalla el bombardeo, unto las paredes con su cera

verso a verso. Recompongo lo que se ha caído del muro

del tiempo, recojo lo que ha florecido de las balas de mis

enemigos, enseño a los niños, por si crecieran, cuándo

orar por la tierra.

No soy un soldado, pero me he visto en la guerra como el

balcón del edificio al que han alcanzado, suspendido en

el cielo, observando a los vecinos correr hacia playas asfaltadas,

antes de la nueva oleada de bombardeos. He visto

casas sobrevivir a los impactos gracias al error de un joven

piloto. La destreza del fotógrafo que llevó al hospital la

foto. La casualidad de encontrar a un médico especialista

en heridas de casas. La ambulancia que espera en el umbral del dolor como

una mujer embarazada, exhausta y

mareada por el sol de agosto.

No soy un soldado, pero me he visto en la guerra como

ángeles que aplauden a soldados, como una madre que

lava sudarios, como una casa que sostiene la ropa de sus

inquilinos, que siempre regresan para que se quede tranquila.

Me he visto confiando a mi bolsillo la carta de una

bomba que luego arrugaré como el recibo de la luz, guardándoles

la pelota a los niños por si tras la guerra vuelven

sin piernas. Espero el llanto que no llega, pues como yo,

en la guerra ha perdido su reloj y su sombra, quedándose

sin amigos.

¿Quién elevará a los niños hacia Dios antes de que los

crucifiquen? ¿Quién dejará que los vivos ronden sin parar

en torno al noticiero desde el abismo del mito? ¿Quién

le dará a la ciudad su derecho a pan antes de dormir, su

derecho a un puerto para que camine lentamente, como

cualquier otra, sobre el agua de la vida?

¿Quién sacará al civil del uniforme del soldado, al soldado

del uniforme del político, al político del uniforme del

religioso, y al religioso del uniforme de los necios? ¿Quién

sacará a la ciudad de la hipocresía de los trajes?

No soy soldado, pero me he visto en la guerra preparando

la escena final de mi muerte para que los vivos festejen

mi partida.

Textos cedits amablement per ediciones del orient y el mediterráneo quan el llibre entrava en impremta.

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